La región de Dordoña, en Francia, es un paraíso del arte rupestre, y en el valle del Vézerè se da una concentración de este tipo de arte que no se produce en ningún otro lugar, la cueva Trou de la Cocagne o Bara-Bahau, en la localidad de Le Begue, es un ejemplo más de ello.
Aunque la propia cueva se conocía desde mucho antes, sus imágenes grabadas fueron descubiertas en abril de 1951 por Norbert Casteret y sus hijos. Su nombre original era Trou de la Cocagne, Bara-Bahau puede ser una onomatopeya en occitano, que haría referencia al ruido hecho por unos bloques de piedra al caerse del techo.
Es una cueva de unos 100 metros de largo, 12 metros de ancho y 6 metros de alto. Sus paredes son “rayadas”, una estructura creada por la diferente erosión de calizas y arcillas de distinta dureza, un factor que dificultó hacer calcos de las imágenes tras su descubrimiento.
Antes de que las personas ocuparan esta cueva, vivieron en ella los osos cavernarios, son testigo de ello los zarpazos que se pueden encontrar a lo largo de toda la cueva.
Todas las figuras descubiertas son grabados y se encuentran en la parte más profunda del espacio, en algunos casos, se han aprovechado las marcas de zarpazos hechas por los osos para completar las imágenes.
Se han descubierto 18 figuras grabadas en total, marcadas con línea fina, se trata sobre todo de animales, hay uros, bisonte, oso, reno, ciervo y caballos, pero hay también una mano humana ejecutada usando un zarpazo de oso, un falo y un símbolo reticulado.
La ocupación humana de la cueva pudo empezar hace unos 80.000 años, las representaciones son de hace unos 14.000 años, del Magdaleniense Medio.
Es monumento Nacional desde 1961, de propiedad privada, pero está abierta al público, habiéndose realizado algunas adaptaciones para ello.